8.3.11

Sin embargo, la pequeña Lucy no se rindió tras su intento vano de subir al árbol. Miró hacia las hojas y después a sus zapatos rojos. ¿Cómo se vería el suelo desde allí arriba? Ella siempre había soñado con ser una cometa, una con estela roja. 
Por el momento, se conformaba con intentar encaramarse a las ramas de aquel árbol y a los brazos de su padre, pero estaba convencida de que algún día echaría a volar.
Años después lo lograría. Descubrió que necesitaba escapar de ese diminuto mundo y la mejor manera siempre fue despegando los pies del suelo. La pequeña Lucy fue una soñadora desde el principio, ella no se conformaba con lo que tenía, ni mucho menos. Así que todos los jueves por la tarde, tendía sus camisetas de colores y echaba a volar en busca de algo nuevo. ¡Quién sabía! Surcaba los cielos de arriba abajo y siempre encontraba cosas nuevas con las que sorprenderse. Lo mejor fue cuando apareció aquel globo que se había quedado atascado entre los colores del amanecer.


Lo que la pequeña Lucy nunca contaba, era que en más de una de sus excursiones le cayó un buen chaparrón.

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